lunes, 5 de enero de 2015

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Esta generación esta indudablemente conectada a través de las redes sociales, miramos como bicho raro a todo amig@ o conocido que no puede ser encontrado o contactado a través de la tecnología; sin embargo, esta misma generación está catalogada como la que con más frecuencia es afectada por la soledad, la ansiedad, la depresión y otro problemas antes, aparentemente poco comunes. Tal es la frecuencia de esto que hoy en día los antidepresivos son medicados, incluso, para las personas en dieta.

Las redes sociales volvieron común conceptos, ideas, reflexiones y muchas otras cosas que antes solo se podían encontrar dentro de un aula universitaria, en una conferencia especializada, un lugar de prácticas de tipo religioso, etc. Infortunadamente creo que esas reflexiones, conceptos e ideas tenían algo de lo que carecen las redes sociales: un moderador, un orientador, o tan solo el hecho de ser un momento nutrido por el contacto social no virtual. Tenían ambientes especiales que las hacían especiales, hoy día son comunes y muchas veces parece que eso les quitara fuerza, si todos pudiéramos volar, volar ya no sería especial.

Hoy en día veo las redes sociales llenas de amarillismo, crueldad, cinismo y pesimismo, de supuestas campañas en contra de diferentes formas de crueldad en las que, básicamente, publicitan con fotografías la crueldad que critican, tristemente me contagie de esto y mi vida se llenó poco a poco de pesimismo. Pocos se interesan por las buenas noticias, todo es masacres, muertes, tortura, corrupción, depresión o chistes burlescos unos de otros. Si no tuviera carácter, ya poco o nada creería en las instituciones, si generalizará como la gente en las redes lo hace, creería que todos los miembros de la fuerza pública me quieren matar, que todos los pastores son ladrones, que todos los israelitas son asesinos despiadados y todos los palestino son gente inocente. Creería que todos los políticos son perversos excepto el beatificado Mujica, todo el que va a una plaza de toros es un maldito que merece morir como el toro al que ve morir y Hitler podría ser buena persona porque amaba y cuidaba como a hijos sus perros. Gracias a Dios por las redes sociales que me han permitido estar en contacto con gente de casi todos los bandos y he podido conocer que si miráramos más a la excepción quizá veríamos que es más común de lo que pensamos y que el mundo es aún un lugar lleno de esperanza.

Alguien me preguntó una vez porque no venía ciertos programas nacionales de domingo en la noche, (supuestos documentales) a lo que respondí “De negativismo y falta de fe ya tengo suficiente, lo que necesitamos es saber de las cosas buenas que también pasan”.

Poco a poco pasamos más tiempo frente a una pantalla y menos frente un verdadero rostro humano, y con razón, ¿Quién querría salir a buscar contacto humano en un mundo lleno de balas perdidas? Este año he decidido que veré películas con amigos en sus casas y ellos en las mías, que iremos a trotar a los parques cercanos a sus casas y les mostrare las zonas deportivas de mi sector. El miedo no puede definir mi vida más allá de lo que yo le permita y los que nos llamamos “buenos” hemos perdido mucho terreno por el simple hecho de la paranoia de que seremos los ganadores de la bala perdida de la semana. Yo ya no juego más a eso, vine al mundo para conocerlo, reconocerlo y afectarlo, no ha esperar mi muerte en una capsula de supuesta seguridad que llamo casa.

Que internet me sirva para expandir mensajes como este. Que las redes sociales multipliquen mensajes de motivación real.

Hace un par de semanas internet se llenó del pesimismo burlesco de los propósitos de año nuevo que por supuesta estadística no cumpliríamos. Imágenes jocosas de gimnasios que habrían de llenarse el primero de enero pero que estarían vacíos una semana después; chistes sobre las dietas que durarían una semana o los planes de escribir un libro o de cambiar el mundo que morirían ahogados por la rutina laboral de la amargura con la que la mayoría parece identificar su quehacer o su estudio.

Mi punto es este: Nos hemos conectado para compartir…compartir pesimismo y como dicen muchos avisos en internet “Fe en la humanidad perdida” y si bien necesitamos un sentido de la realidad no debemos caer en que la realidad es mala pues eso le añade un juicio de valor. La realidad se define a sí misma, es la realidad, no es buena, mala, pesimista u optimista, cada quien la interpreta según sus planes, expectativas o situación “socio-sentimental” del momento.

La realidad son hechos y por tanto se define ella misma.

Pesimismo u optimismo son entonces alternativas y al ser alternativas significa que puedes escoger. 

Yo elijo creer que quien realmente quiere hará la dieta y no dejará el gimnasio, que quien se lo propone de corazón podrá completar sus metas de año nuevo. Entre continuar triste por un gobierno mediocre elijo orar por él, basta ya de pesimismo con mi país, mi negatividad no le sirve y mi optimismo al menos me cambia el estado de ánimo a mí. Si me mata la bala perdida pues que me encuentre disfrutando de una limonada en un día soleado en medio de un parque. No consideraré más como normal los casos de corrupción, de soborno a los oficiales de la ley y los empleados. Elijo ser positivo, crédulo y coherente…el mundo no cambia por mis criticas ni mis palabras, cambia por mis acciones y si mis acciones no son suficientes para cambiarlo entonces al menos le harán obstáculo en su avance a todo lo malo que quiere apoderarse de el.

Vivan los propósitos de año nuevo, se que puedo y quiero cumplirlos.

Francisco Leonid Riaños Manzano
Basado en:

Juan 16:33

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.